Sunday, June 15, 2014

Ausencia de ciudadanía, ¿error educacional?


   Aun cuando se confirme el hecho de que las personas egresen de universidades con títulos y reconocimientos, conformen célebres círculos científicos, intelectuales y académicos nacionales e internacionales, estén vinculadas a cultos religiosos que exigen cumplir la palabra de Dios, ostenten poder económico, constituyan pujantes consorcios empresariales, posean origen étnico especifico, establezcan, con popularidad, liderazgos políticos, gremiales y sindicales, ejerzan docencia en diferentes niveles, sean activistas por los derechos humanos, civiles y económicos, en fin, conserven disimiles distinciones idiosincrásicas, estas particularidades personales no garantizan que, como ser humano, dispongan virtudes ciudadanas. Esto es, entonces, indiscriminación idiosincrática, una de las características de la ausencia de ciudadanía o ignorancia ciudadana, factor determinante del rezago de las sociedades democráticas en el  siglo XXI.  
  Los seres humanos, indistintamente de las características personales señaladas, y otras que seguramente envuelven nuestra percepción, mostramos exiguas actitudes ecológicas y urbanas, igualmente, exhibimos insolvencia ética, escasez de cognición cívica y prestancias participativas lo cual revela, en concreto, la ausencia de virtudes cívicas, una situación de los seres humanos que impide construir y conservar una mejor sociedad.  Esto es, incuestionablemente, el resultado de una educación que no se ha ocupado, durante siglos, de formar ciudadanos; lastimosa realidad de la que no escapan los habitantes de las naciones desarrolladas, como tampoco las que están en vías a lograrlo.
   Distinguida así, lo peor que le puede suceder a un país es que la ignorancia ciudadana sea transferida de generación en generación, sin que se cuestione por qué acontece y, más aún, sin que se apliquen las artes educacionales, promotoras de saberes y talentos requeridos, por quienes consideran que la alianza entre cognición, competencias y praxis ética es vital para constituir mejores sociedades.  
  Los acontecimientos socio-históricos comprueban que la ignorancia ciudadana o la ausencia de ciudadanía se presenta como una realidad difícil de disminuir por medio del simple y puro acto de enseñar a leer y escribir o por medio de la preparación de profesionales para el trabajo y éxito económico. Indudablemente, durante siglos, el error de la educación ha sido la postración de los sistemas educativos, y la aplicación de modelos educacionales, ante ópticas educacionales obsoletas con la que la educación básica, media y universidades no agregan competencias y cualidades ciudadanas a las distintas generaciones. Siempre ha permanecido centrada en desarrollar la competitividad, a desarrollar lo egoísta, mientras lo humano, que está presente en lo ecológico, lo urbano, lo cívico y lo democrático permanece oculto. Por tanto, no es extravagante subrayar que vivimos en un mundo con exorbitante ignorancia ciudadana y que los sistemas educativos se encargaron
 de reproducir el oscurantismo cívico. Un submundo donde lo normal es no aprender actuar adecuadamente, a preservar la naturaleza, a reflexionar e interrelacionar los hechos, a conocer, valorar, hacer valer los derechos humanos ciudadanos, a participar con prestancia en decisiones trascendentales y construir la democracia, porque ello requiere esfuerzos permanentes en lo cognitivo, lo ético y lo cualitativo. Como resultado, no formar ciudadanos conduce al caos, al egoísmo, la exclusión, la pobreza y la desidia que, como estilo de vida, solo acarrea el fracaso.
  Así que, por ejemplo, los logros que permitieron a la Revolución Cubana reconocimientos internacionales, por parte de la UNESCO, en el siglo pasado, hoy son estruendosos desaciertos, migajas del inmenso océano de conocimientos, cualidades éticas y competencias participativas necesarias para que una persona pueda ser considerada un ser humano integro. La lucha contra la ignorancia no se refiere a enseñar a leer y escribir y preparar para el éxito económico. Va mucho más allá.
   En el siglo XXI, la educación, más bien, deberá apuntar al logro de conocimientos, competencias y la praxis ética en distintos órdenes. Es necesario enseñar a comportarse adecuadamente en distintos escenarios, a procurar relaciones cordiales, mercadas por la cortesía y la decencia. La educación debe insistir en enseñar a infantes, adolescentes, adultos, adultos mayores y hasta en la ancianidad, por medio de la antropagogía y siempre que haya interés y condiciones psicobiológicas, a utilizar y salvaguardar la naturaleza, a lograr la tolerancia, el respeto, la pluralidad, la participación y el consenso mancomunado. Poco hace la educación si se enfoca en leer y escribir, si no logra la cognición de las ideas supremas como respeto, participación, democracia, derechos humanos, sociales, políticos y ciudadanos los cuales son esenciales para hecho democrático. 
   Ignorancia ciudadana no se entiende, solo, como carencias de conocimientos. No. A la luz de la transitoriedad del conocimiento e inestabilidad de las teorías, es una situación infausta entre los seres humanos, porque, como tal, limita competencias y cualidades, que impiden cuidar ecosistemas, ser urbano, ético, cívico y participativo con lo cual es imposible orientarse hacia el logro de las Realizaciones Superiores.


Seguimos soñando con la mejor educación, para el mejor país posible.


Phd. Luis Beltrán Campos
@postmodernidad

Tuesday, April 1, 2014

Condición humana, crisis ética y ciudadanía

   La crisis política, económica y social de Venezuela, en el fondo, denota las miserias del ser humano que, a nuestro juicio, evidencian las distintas bifurcaciones que la condición humana genera, cuando aparece la codicia como vía para lograr metas en algunos aspectos de la vida, especialmente en la política. Este es, sin duda, un asunto complejo de explicar, pero que es viable comprender por los efectos perversos que ellos originan y que son tangibles en contextos personales y nacionales. Son claras las ilegalidades y los perjuicios que sufre la sociedad venezolana a comienzos del siglo XXI, como producto de las bajezas del ser humano en la praxis política.
   Este drama surge porque, entre otras causas, están presentes determinadas condiciones, como por ejemplo, el proceso de transición política que se viene implementando desde 1998, el extraordinario caudal de recursos económicos provenientes de la explotación y comercialización petrolera, la fragilidad de la democracia como resultado de continuas y deficientes gestiones, el consiguiente descrédito de actores y partidos políticos y, fundamentalmente, debido al déficit de cultura democrática, comprobada en la manifestación mayoritaria de habitantes, en vez de ciudadanos. 
   Indiscutiblemente, este contexto promueve el desarrollo de un proceso inédito, que estimamos como un paso firme en el tránsito hacia una etapa más espiritual, menos materialista. Sabemos que este un proceso en cual nunca nos hemos detenido, solo que ahora la historia nos revela que es como especie de impulso que se está movimiento para dar el gran salto de carácter humano y espiritual. 
   Visto así las vicisitudes del conflicto que vive Venezuela, este evento no es solo una lucha entre dos ideologías. Es, sobre todo, una riña entre las ruindades y las integridades del ser humano. De modo que, muy en el fondo, lo que se revela es cuán miserable suele ser el ser humano cuando expone lo básico, lo intrínseco de la condición humana. Por ejemplo, cuando surgen propósitos perniciosos, porque buscamos beneficios, entonces aceptamos la violencia como medio para lograr y conservar el poder, asimismo, creemos que la sobre explotación ecológica es el único medio para el desarrollo humano, de igual manera, admitimos que la ausencia ontológica no es obstáculo para lograr triunfos y, por último, vemos la manipulación y el control como la norma para obtener éxitos y conservar el poder. Estos rasgos nos explican cuan complejos somos.  
   Es por ello que, hoy sabemos que la ascensión de la quiebra ética, en su mayor expresión, al poder no fue otra cosa que un acto de desesperación de las masas ante el descalabro continuado de la denominada democracia representativa, que dejo transcendentales responsabilidades en actores políticos anacrónicos, tanto en lo competitivo como en lo ético. En reciprocidad con este hecho, quien fuese militar, y luego electo presidente, no represento jamás la solución. No tenía posibilidades de serlo. Pero, cómo puede un ser humano, con una formación militar, responder a las inmensas demandas sociales, políticas, económicas y sobre todo éticas. No tenía posibilidades de triunfar. Las instituciones militares, por excelencia, se rigen por la modernidad, un paradigma estricto que se entiende como un circuito cerrado e incuestionable. Al igual que el militarismo, promueven las órdenes y las leyes, no diálogos cognitivos. Se sostiene en la verticalidad como estructura de organización y distribución del poder y la verdad; por tanto, obedecer es la tesis del militarismo. No, por casualidad, el comunismo y el militarismo mantienen similitudes. De modo que, es imposible que un militar pudiera desarrollar una visión de amplitud manifestando respeto, tolerancia e inclusión. En cambio, no fue incomodo imponer las bases para transitar hacia el comunismo.
   En nuestro país se desarrollan eventos que descubren de manera cruda e inverosímil de la condición humana, la cual se revela en la calidad ética de los líderes y de los que están en la oposición, pues no solo los que están en el poder manifiestan mezquindades y ruindades. Es un proceso interno y continuo en el que los involucrados en la praxis política están obligados a corregirse permanentemente para no sucumbir ante las diversas debilidades como el dinero fácil, tal es el caso de Venezuela. Esta cruda realidad nos conduce a considerar que los seres humanos somos el enigma a resolver. De ahí que, en el siglo XXI no es conveniente describir ni diagnosticar. La tarea es aportar soluciones o alternativas de solución. Y en nuestro caso, es oportuno presentar salidas más humanas que materiales.
   Este rompecabezas omnipresente se extiende a América latina y el resto del mundo, que no escapa de las inmensas dificultades de carácter ético, que es el origen de todas las crisis y donde unidos debemos abordar con suficiente moderación, pero también con abundante firmeza; ya que el propósito es redimir y reajustar la sociedad, lo cual por si solo es un desafío permanente.
   Exponemos esta declaración puesto que distinguimos el desarrollo de los acontecimientos, en nuestro país, como uno de esos eventos históricos y sociales que desnudan la crisis de la modernidad ante la inminente entrada de la posmodernidad, que revela la necesidad de contar con ciudadanos que construyan la democracia y mas allá sean seres sensibles. Entendido así, el chavismo se opone a la evolución de la ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia. Es por ello que, esperamos que al final triunfe lo humano, sobre lo inhumano, el valor por la vida sobre la violación de los derechos humanos, la libertad sobre la sumisión y la democracia sobre el comunismo. Y luego, el ser humano, en carácter ciudadano, deberá fortalecer y construir la democracia, pues no puede haber democracia sin ciudadanía y ésta, a su vez, no puede constituirse sin la praxis de los postulados democráticos. Una depende de la otra.  
   Aunque se estime petulante la expresión “podemos ser el mejor país de América latina”, no es menos cierto que los venezolanos lo aseguramos, en tanto que, sabemos que Dios nos bendijo con una naturaleza extraordinaria. Nuestro país posee colosales riquezas en petróleo, oro, diamantes y uranio, aunado a tierras fértiles y de gran calidad. Las bellezas naturales son sorprendentes y diversas. Las playas, los llanos, las montañas, los bosques y los diferentes climas nos ofrecen sendas oportunidades para expandir el turismo a niveles superlativos. Además, cuenta con una posición geográfica envidiable para el intercambio comercial, pues está situada de cara a los Estados Unidos, Europa y África, lo que es simplemente grandioso. Vivimos en un país relativamente joven, con una historia que lo destaca como cuna de la libertad en el siglo XIX, y lo que es más importante, sabemos que podemos avanzar más de lo que hemos progresado hasta el presente. En otras palabras, si superamos esta inédita e infausta intención de imponer el comunismo y nos centramos en todo lo que podemos alcanzar, Venezuela podrá ser un país de primera. Con ello especificamos lo que todos sabemos: poseemos los recursos económicos y naturales para nuestro desarrollo, pero nos ha faltado el capital humano necesario. En resumidas cuentas, requerimos seres humanos con excelsas cualidades y competencias para alcanzar grandiosas tareas que hemos de afrontar. Todo lo opuesto es lo que ha ocurrido hasta el presente. Es hora de cambiar.

Seguimos soñando con la mejor educación para el mejor pais posible 


Dr. Luis Beltrán Campos Bolívar
Andragogo

Saturday, March 15, 2014

Democracia, comunismo y dignidad humana ¿Dilemas?

    Son estos dilemas de las sociedades atrasadas, como la nuestra, que se enfrentan a la evidente imposición del comunismo, pero que además revelan apatía y encantamiento ante el caos aplicado. De antemano, aclaramos que, solo es posible el dilema político respecto a la democracia o el comunismo cuando una gran porción de la sociedad, debido fundamentalmente, a la escasez de cultura democrática y a la ausencia de ciudadanía, no son capaces de analizar los procesos políticos contrarios a la dignidad humana. Los países avanzados saben que el comunismo es cosa del pasado y que, por tanto, no están dispuestos a vivir bajos esquemas éticos-políticos, que la modernidad promovió por el progreso zigzagueante de la humanidad. 
   Visto así, podemos sostener que tanto el déficit de cultura democrática como la escasez de cultura ciudadana, que se nutren una de la otra, están en ciernes en países de América Latina, África, el Oriente Medio, Asia y Europa del Este, partiendo de Rusia. En este sentido, los tres lustros del proceso de transición política, desde la frágil democracia hacia el comunismo de molde cubano, ruso o norcoreano, en Venezuela, se constituye en una de las etapas de la evolución de la democracia y la ciudadanía en el mundo contemporáneo. En otras palabras, marca un periodo de la exigencia del ser humano que exigen las sociedades del siglo XXI, caracterizado por la necesidad de construir la democracia permanentemente bajo los designios de una indiscutible praxis ética y la urgencia de formar una ciudadanía que haga posible no solo lograr el hecho democrático, sino que sea capaz de orientarse hacia logros superiores. 
    Aunque pudiera creerse que en el siglo XXI no debería haber incertidumbres a la hora de decidir entre comunismo y democracia, la migaja de atributos ciudadanos ha permitido que las grandes mayorías supongan que el comunismo es la vía para resolver las ingentes dificultades de hoy en día. Una realidad que podríamos disminuir y desaparecer si reconocemos que lo perverso del comunismo nos hace daño y decidimos reaccionar convenientemente para superar el caos y lo indebido. 
    A nuestro modo ver, el origen de los dilemas políticos, la debilidad de la democracia y ausencia de ciudadanía viene del deficiente desempeño de diferentes agentes formativos del ser humano, lo cual, en definitiva, va a generar a largo plazo decisiones políticas, económicas y sociales inapropiadas. Porque cuando no nos enseñan a diferenciar, valorar y discernir entre lo bueno y lo malo es muy probable que no reconozcamos los efectos de las actuaciones indecorosas y, mas allá, las aceptamos y las ponemos en práctica. Entonces, todo vale para lograr los propósitos insanos que nos plateamos. Es por esta razón que vemos y experimentamos "in situ" la exclusión, el egoísmo y la humillación, siendo estos talantes comúnmente utilizados para imponer la idea del comunismo. Como bien es de suponerse estas decisiones generan agresiones que ponen en riesgo la vida y hasta pudieran alcanzar delitos de lesa humanidad. De allí que, la ausencia de virtudes ciudadanas, aunada a la ambición por el poder, se constituye en el centro de toda insensatez en la gestión política. 
    En relación al dilema implícito que sobre lleva Venezuela, representado claramente por dos ideologías contrapuestas, como lo son el comunismo y la democracia, hay abundante tela que cortar. En nuestro caso, la confrontación abierta contra el régimen no es mas que una lucha por la dignidad humana, que es inherente a todos los seres vivos, pero sobre todo al ser humano. De ahí que, esta lucha no es por una ideología en particular, en esencia, se lucha por la dignidad humana, que está por encima de las ideologías, lo cual en definitiva es más importante que la democracia o el comunismo. 
   Cuando nos enfocamos a cuidar la dignidad humana, en el fondo, lo que perseguimos es que el ser humano sea respetado y, para ello, debemos reconocer que él es el principio y el fin al mismo tiempo. Es principio cuando se hace el bien así mismo y es final cuando hace lo opuesto, lo cual es un suicidio. Ejemplo de ello son las torturas y desapariciones. 
Lo que nos demuestra la realidad venezolana es que las ideologías son secundarias al ser humano, sin embargo, es justo expresar que, hasta ahora, únicamente la gestión democrática, aquella que se construye continuamente, puede en lo teórico, orientarnos hacia el logro de la dignidad de los seres humanos, que es lo que finalmente nos interesa. Lo otro, el comunismo, esta suficientemente comprobado que es el nicho de la desgracia, donde se han apoyado oprobiosas audacias de líderes carismáticos, pero que en esencia son macabros, entre los cuales ya existe una prolífica lista que aumenta continuamente y que la historia continuará colocando en su justo lugar.

Seguimos soñando con la mejor educación para el mejor país posible

Dr. Luis Beltrán Campos Bolívar
Andragogo




Monday, March 3, 2014

Venezuela. ¿Cuna de la transformación humana?

   Estos días participamos en una manifestación popular. Quienes la integraban en su mayoría eran jóvenes exaltantes, rebeldes y con la energía que los veinte años proporciona en esta inolvidable etapa de nuestras vidas, pues a la vista de todos, parecía que se restituía en un sin fin de gritos, consignas y saltos incansables. Les acompañamos, entre otras razones, porque el futuro les pertenece, a ellos les duele más que a nosotros, los denominados adultos contemporáneos, pero en esencia estábamos allí porque la democracia es el mejor sistema político para vivir. El comunismo o totalitarismo es el peor de los sistemas políticos e ideológicos para la vida de los seres humanos. Que le pregunten a los rusos, a los habitantes de la otrora Alemania del Este o a los cubanos que viven en un agónico estado de precariedades de las cuales no pueden zafarse porque el estado todo poderoso lo impide.
   De lo observado a través de mi pupila se incorpora el análisis de lo escuchado en las discusiones que entre los jóvenes se generaban. Primero, son jóvenes sin ninguna afiliación política. Por su puesto que son políticos, porque por naturaleza todos los seres humanos somos políticos, pero no son actores políticos. No pertenecen a partido político alguno, de allí que suponemos que en este momento no están envenenados con intereses particulares. Sólo desean que el régimen concluya, que Maduró renuncie y Venezuela les ofrezca la oportunidad de vivir en libertad y con la calidad de vida que este país puede ofrecerles. Si la audición no me traiciona y mi interpretación hermenéutica es acertada, puedo asegurar que están en contra de los partidos políticos. Suponemos que esta decisión viene dada por la decepción que éstos han generado continuamente, tanto en el ejercicio de sus desempeños administrativos, como en la lucha contra el régimen Castro comunista. En lo particular, vemos este momento como un periodo de transformación humana que alcanzará también a los partidos políticos, lo cual es inevitable.
  En síntesis, la juventud y los estudiantes universitarios son los protagonista de esta transformación, que bien podríamos calificar como juvenil y humana. Así que, con certeza auguramos que sea factible dejar de ser un país habitantes y ser un país de ciudadanos, porque lo que hoy vivimos no es más que una confrontación entre la barbarie que quiere imponer el régimen y lo civilizado que viene de esta juventud indomable y luchadora. Dios bendiga el ímpetu de la juventud venezolana.

El que se cansa pierde.
Seguimos soñando con la mejor educación para el mejor país posible.


Dr. Luis Beltrán Campos Bolívar 
Andragogo

Thursday, February 27, 2014

Totalitarismo, fascismo, ciudadanía y educación

   La crisis que vive Venezuela nos ha ocupado estos días. Sin embargo, es como un inmenso laboratorio del cual escogemos, dentro de un océano de opiniones y noticias, aquellas situaciones que nos llaman la atención porque irremediablemente están relacionadas con la ausencia de ciudadanos que hagan posible la democracia, y más allá, la protejan y consoliden.
   Durante 15 años el régimen se ha fortalecido por medio de la manipulación, pero es justo reconocer que ésta, a su vez, viene dada por la ignorancia o la ausencia de cognición ciudadana. Pero ¿qué es la ignorancia o la ausencia de cognición ciudadana? Veamos, con el objeto de ser concreto, cuando nos referimos a estos términos, estamos considerando a aquellas personas que carecen de conocimientos, saberes y praxis que hacen imposible la facticidad de la democracia. En el caso que nos ocupa, admitimos que la ausencia de esta dimensión obstaculiza lograr la ciudadanía que demandan las sociedades democráticas del siglo XXI. 
   Podríamos asegurar que esta condición del ser humano queda evidenciada en la ausencia de cualidades, aprestos y competencias que permiten la manipulación y control. De ahí viene, la conocida expresión "la ignorancia es el opio de los políticos", pícaros por supuesto. Visto así, acordamos que, en la medida en tengamos ignorantes o ausencia de cognición ciudadana, en esa misma proporción habrán oprimidos y manipulados; de ahí vienen las peores aberraciones contra la humanidad.
   En las últimas semanas en Venezuela se han registrado innumerables acusaciones dirigidas a la oposición. En estas se señalan a los jóvenes estudiantes como fascistas, apátridas y violentos. Una batería de improperios que van dirigidos hacia los sectores de menos logros académicos, o simplemente sectores compuestos por habitantes -advertimos que la ausencia de cognición ciudadana no se distingue por la idiosincrasia de las personas. Explicamos, esta realidad no mantiene correlación con el origen académico, científico, social, económico, religioso y étnico de las personas.
  Cuando una sociedad logra la cognición ciudadana está en condiciones de discernir o elevar procesos intelectuales que descubren verdades y también falsedades, que finalmente le protegen del control y la sumisión que los regímenes totalitario proponen. Pero, dado que el grado de ausencia de ciudadanía que soporta Venezuela es alarmante, los oprimidos creen que la oposición práctica el fascismo, y por tanto, son personas despreciables que es necesario suprimir, ya que no permiten el ejercicio democrático limpio y participativo como corresponde.
   En síntesis, como los políticos no enseñan el valor y significado de la democracia, el mundo democrático debe estar dispuesto a formar ciudadanos. Entonces, los sistemas educativos deberán encargarse de formar seré humanos que no permitan manipulaciones, que valoran el significado de la democracia, saben qué es el fascismo y están capacitados para evaluar, vigilar y controlar el ejercicio democrático, en otras palabra, pueden fortalecer y construir la democracia constantemente. En esta tarea todos estamos comprometidos.

Seguimos soñando con la mejor educación para el mejor país posible.

Dr. Luis Beltrán Campos Bolívar 
Andragogo

Wednesday, January 22, 2014

Venezuela. De la democracia ficticia al comunismo

    Venezuela vive un hecho insólito que ningún país sobre la faz de la tierra ha experimentado: el desmontaje de la democracia representativa y la imposición del comunismo de manera pacífica, bajo el esquema de "democrática participativa" y bajo la mirada de todos los países. Una situación que pone en jaque a todas las organizaciones de carácter internacional, que protegen y promocionan la libertad, la convivencia y la democracia. La ONU, Mercosur, la OEA y otras instituciones están en el ojo del huracán.
   En Venezuela se ha controlado, paso a paso, los derechos civiles, políticos, económicos y jurídicos; también se ha implantado un régimen de inseguridad ciudadana que aniquila el derecho a circular libremente. La destrucción del país se siente cerca, la palpamos, la sentimos en silencio y en medio de una apatía singular. El país se debate entre lo moderno, que es el comunismo y lo postmoderno, que es la democracia en manos de ciudadanos. Venezuela lucha sin estridencias, sin pausas y con muchas esperanzas. No se rendirá jamás.
   Imponer el "Socialismo del Siglo XXI" y desaparecer la débil cultura democrática, que todavía yace en la médula ósea de sus habitantes, no será tarea fácil. Por la mente de los más necesitados no aceptará que deben acostumbrarse a hacer colas el resto de sus días. Eso no lo aceptarán. Y aunque la gente, inocente o ignorante, crea que el régimen no tiene malas intenciones, que la culpa recae en la oligarquía parasitaria y en la burguesía apátrida, quienes viven a expensas de los más pobres, en este momento se oyen los gritos de inconformidad y el malestar aumenta en las propias bases adormecidas.
   Poco sirve relatar lo que sucede en Venezuela en estas limitadas líneas. Para  quienes vivimos en Venezuela son tantos los detalles e injusticias, que juntas harían estallar una crisis de gobernabilidad en cualquier país del vecindario latinoamericano. Es que vienen desmontando una democracia frágil y demagoga, pero democracia al fin, con astucia, intimidación y con el creciente favor de sus habitantes, que cuesta creer. Suena irracional decirlo, pero hemos llegado al punto de parecer una sociedad de ineptos o cómplices ante el avance de esta barbarie en pleno siglo XXI. Una cruda realidad que nos entristece enormemente, pero que dejará un legado claro: lo inviable que es comunismo. 
   Ciertamente, Venezuela es un país de muchos habitantes y pocos ciudadanos. Muchas carencias competitivas y cualitativas hacen estragos por estos días. Lo inquietante es que, muchos se van acostumbrando a hacer colas para adquirir alimentos y están muy lejos de percibir que todo esto está planificado. No descubren que no hay guerra económica, que todo está estructurado, que nos llevan directo al racionamiento alimentario y que lo estamos aceptamos sin retorcernos, sin miramientos.
   Los líderes y la Mesa de la Unidad no tienen presencia. Probablemente perdieron su gran oportunidad. No tienen respuestas suaves ni contundentes. Se esfumaron en el ajetreo. Pero en este marasmo, la frustración y el malestar crecen. No hay nada que calme a las madres y padres que a diario empiezan a respirar profundamente como manera de aliviar tanta decidía gubernamental y la apatía de los líderes políticos. Lo que el futuro nos depare será asunto de nosotros, de lo que hagamos. No somos un país de sumisos, somos un país libertario que espera la oportunidad, espera el momento.

Soñamos con la mejor educación, para el mejor país posible.


Luis Beltrán Campos Bolívar 

Sunday, December 29, 2013

La unidad es construcción permanente

   Para todos los que hacen de la política una actividad lucrativa, cada día menos interesante y hasta desagradable, va dirigido este llamado. A ese grupo de diversas personas con distintas ópticas y modos de ver la lucha política, y que dentro del perfil democrático hacen esfuerzos y enfrentan a un régimen con ideales comunistas y totalitarios, les decimos que las cosas no están saliendo bien. Pero lo que más preocupa es que no están respondiendo de la manera adecuada; sobre todo no aceptan las críticas, cuando la crítica es la base de la democracia pues sin ella no hay crecimiento. Así qué debería suceder un cambio, una innovación en la cual las mayorías sientan que tienen un camino que les asegura participar en la construcción de mejores oportunidades.
    La unidad no debe ser un simple slogan. La unidad debe practicar principios democráticos como respeto, tolerancia, inclusión, pluralidad y participación. La gente en las paradas de autobuses, en las panaderías y supermercados comentan "a grandes rasgos" que la unidad no es tal, que hay intereses procurando prevalecer e imponerse sobre adversarios, que en la unidad hay luchas que no se pueden ocultar y que sienten fracturas por más que intenten ocultarlas. Se ve desde muy lejos, que pareciera no importar mucho a quienes integran la Mesa de la Unidad, lo que esta sucediendo afuera, en las bases. En esencia, la unidad debería mostrar amplitud, ya que de esta manera se generaría mayor participación y propuestas de solución más audaces y eficientes. Esto es, la verdad esta en la suma de voluntades, criterios y participación, no en poder de una persona o de un grupo político determinado. 
   Cuando distintas ópticas se ponen de acuerdo es viable lograr consensos sobre un fin común: transformar a Venezuela en un país de grandes logros. Un país del primer mundo. Ese debería ser el fin supremo. Pero cuando se intenta imponer un criterio, las posibilidades de éxito se anulan por inercia. Entonces, no es aconsejable imponer ideas, pues estas suelen ser superadas continuamente. Necesario es dialogar, dejar a un lado los intereses pues Venezuela como país vale más que todos los partidos y actores políticos juntos. No es una ofensa, es simplemente la realidad.
   Entonces, mi llamado apunta a que dejen a un lado las ofensas, el miedo a abrir las compuertas del claustro a distintos factores de la sociedad es imperioso. Muestren amplitud permitiendo a los gremios, las organizaciones no gubernamentales, las universidades, los empresarios, los sindicatos y las asociaciones a presentar proyectos y planes. Déjenlo  participar con su representantes. Si abren espacios, habría una amplia gama de propuestas válidas. Recuerden que esta lucha es asimétrica. No tenemos el poder político, militar, económico o judicial que el régimen dispensa, pero tenemos verdades inocultables que están a la vista. Vamos a utilizarlas con audacia. Conformarse con lo hecho es anunciar la derrota. Es necesario promover la cultura de la construcción permanente, que es revisar, evaluar, corregir e innovar. Venezuela tiene grandes posibilidades de triunfar. Vamos a empujar todos en la misma dirección. Vamos a vencer el presente para triunfar en el futuro
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Seguimos soñando con la mejor educación para el mejor país posible

Dr. Luis Beltrán Campos 
Andragogo