Una
nueva etapa
Son varios
los años que no escribí por esta vía. En ningún caso estuve indispuesto o abandoné
las teclas del ordenador. Al contrario, las utilice con entusiasmo, cual
soñador que se regocija al conciliar y perfilar ideas, cuyo propósito es un
resultado provecho. Así que, lo que a uno lo ha motivado a ser útil lo veremos
pronto. Ya no será un sueño, será palpable.
Siempre
he reflexionado sobre el ser humano y en su responsabilidad en todo cuanto hace;
es decir, en los éxitos y los fracasos. Entonces, argumento sobre su idoneidad
y suscribo que de su talento depende el éxito de la democracia, la economía, la
educación, la paz, el cuidado de nuestro planeta, el bienestar social o el
estado de derecho. Temas singulares de la humanidad y que, por lo general,
descuidamos, aunque muchos de nosotros no seamos responsables directos.
Dentro
de este panorama destaca la democracia. No por mera casualidad es, sin temor a
dudas, la esfera de mayor significado pues a partir de ella dependen otras.
Esto es, de una buena democracia debe surgir una buena educación o economía, o
si no, un excelente estado de derecho. De modo que, no es posible un excelente
sistema educativo sin un ejercicio democrático que corrija las distorsiones
educacionales o un estado de derecho en el cual los partidos políticos se
refugian para ocultar sus tinieblas e intrigas.
Estamos
viviendo tiempos duros, probablemente los de mayor dificultad después de la
Segunda Guerra Mundial, por lo que cada día se compromete el discernimiento de lo
que es correcto o incorrecto. Este escenario nos conduce a reflexionar acerca
de los ciudadanos que requieren las sociedades de este siglo. De modo que, escribir
acerca del tipo de personas que harán frente a los diferentes desafíos ha sido
motivo suficiente para ausentarme. Una nueva y contradictoria etapa viene para
la humanidad, debemos estar preparados.
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