Todavía una porción significativa de la población venezolana no comprende la naturaleza de la crisis que sufre. Por tanto, no sabe por qué ha sucedido, qué la origino, cómo ha alcanzado niveles de caos casi insoportables y, lo más preocupante, por qué la abrumadora apatía y la agobiante indiferencia mostrada ante esta realidad. Sorprendentemente, actores y partidos políticos, intelectuales, articulistas de periódicos y revistas, académicos, analistas políticos y gente común no interpretan lo que está sucediendo, lo cual es natural si tomamos en cuenta que este evento no se centra únicamente en la esfera de recuperar la democracia. Veamos por qué.
Los venezolanos, como la mayoría de los seres humanos de los países desarrollados y también de aquellos en vía al desarrollo, como Venezuela en América Latina, todavía no han alcanzado la virtud que permite valorar el significado democracia como sistema político único, que se construye cada día por medio de la participación, promotora de la evaluación, corrección y el control correspondiente de cada una de las dimensiones del ejercicio democrático. En tal sentido, y desde nuestra óptica, la escasez de esta virtud es lo que ha permitido a la democracia venezolana debilitarse paulatinamente hasta dar paso a un proceso de transición política débilmente reconocido por líderes y vecinos de barrios populares.
Habitualmente, los gerentes de la democracia representativa y los vecinos, como habitantes que suelen ser, carecen de cognición ciudadana con lo cual no poseen el entendimiento pertinente para valorar el significado de la democracia. Es por esta razón que, los responsables de la gestión pública y las personas o vecinos, incumplen la tarea de edificar constantemente al mejor sistema político, que requiere, indudablemente, la prestancia participativa para el remozamiento y vigencia de la idea democrática.
Como los eventos sucedidos progresivamente en la evolución de la humanidad descubren las fallas o debilidades de los seres humanos respecto de la democracia, por ejemplo, surge la necesidad de proponer, para las sociedades del siglo XXI, a los ciudadanos, lo opuesto de los habitantes. Esta perspectiva permite advertir, en la constitución de los partidos políticos a un mayor número de habitantes en vez de ciudadanos, con lo cual no viable vislumbrar las propias irresponsabilidades y menos corregirlas.
En extracto, Acción Democrática, el Comité de Organización Política Electoral Independiente C.O.P.E.I, como también el Movimiento al Socialismo, Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo Pueblo, Primero Justicia, incluso Voluntad Popular o Vente Venezuela no alcanzan a descubrir que el origen o debacle de la democracia está en ser habitante y, más allá, desconocen que es ser ciudadanos. De ahí que, asumimos que carecen de aprestos ciudadanos para el ejercicio de la democracia.
Ante este escenario, y como seria lógico suponer, las organizaciones políticas apuntaran a otras causas para así evadir las responsabilidades propias y los justos señalamientos. No obstante, se olvidan que son los seres humanos los responsables de todo cuanto hacen. He allí la clave de la crisis del sistema de partidos políticos venezolanos: muestran fehacientemente incapacidades para reconocer los desaciertos. Entonces, siendo así, cómo es que se proponen regresar al poder con desproporcionado comportamiento? ¿Creen que la democracia es algo finito, donde solo ellos, los partidos políticos, están signados por obra del destino para la praxis política y el poder? Y que, por tanto, requieren habitantes para gobernar y aplicar el populismo, la manipulación y control permanente con la firme intención de obtener provechos para grupos e individualidades? Se habrán cuestionado, alguna vez, las organizaciones políticas, por qué la Mesa de la Unidad no capta la atención de las mayorías chavistas y opositoras? ¿Saben que los votantes opositores van a elecciones sin otra alternativa que votar por corruptos y que ello decepciona cada día al venezolano común? ¿Cómo puede ser la oposición una alternativa sólida ante la certeza de lo inocuo e incompetente que son para millones de jóvenes, que perciben en ellos más atraso y caos?
Desde nuestra humilde óptica creemos que no hay posibilidades de regresar a la anterior forma de hacer política y el ejercicio democrático. Como resultado, los partidos políticos están condenados a transformarse e innovar o en caso contrario, podrían desaparecer.
Sin el mínimo temor a comentar de modo irreverente la realidad de los partidos políticos venezolanos, se advierte que no tienen nada que ofrecer. Han sucumbido ante la inercia y la incapacidad de renovarse, no solo en lo generacional, sino, esencialmente, en lo ético que irradia a toda acción que el ser humano realice. En tal sentido, conmueve imaginar que la desaparición del régimen pro comunista, debe anunciar el remozamiento del sistema político venezolano. Es por ello que, en manos de Voluntad Popular y Vente Venezuela están puestas las esperanzas. Por lo tanto, deberán exhibir, siempre, su afinidad con lo ético, pues serán además modelos formativos de la ciudadanía. Ese es el desafío.
En síntesis, solo el reconocimiento de los errores, la solicitud del perdón a millones de habitantes decepcionados por la pérdida de una grandiosa oportunidad para transformar a Venezuela en un país de avanzada y finalmente, el esfuerzo por hacer fáctico logros superlativos, donde la sostenibilidad de la naturaleza, la convivencia, el estado de derecho, el progreso común de la gente, la autonomía e independencia nacional, la dignidad humana y el hecho democrático sean estandartes de realizaciones humanas en Venezuela, será posible que los actores y partidos políticos recuperen lo perdido. Venezuela requiere ciudadanos en la praxis política.
Los venezolanos, como la mayoría de los seres humanos de los países desarrollados y también de aquellos en vía al desarrollo, como Venezuela en América Latina, todavía no han alcanzado la virtud que permite valorar el significado democracia como sistema político único, que se construye cada día por medio de la participación, promotora de la evaluación, corrección y el control correspondiente de cada una de las dimensiones del ejercicio democrático. En tal sentido, y desde nuestra óptica, la escasez de esta virtud es lo que ha permitido a la democracia venezolana debilitarse paulatinamente hasta dar paso a un proceso de transición política débilmente reconocido por líderes y vecinos de barrios populares.
Habitualmente, los gerentes de la democracia representativa y los vecinos, como habitantes que suelen ser, carecen de cognición ciudadana con lo cual no poseen el entendimiento pertinente para valorar el significado de la democracia. Es por esta razón que, los responsables de la gestión pública y las personas o vecinos, incumplen la tarea de edificar constantemente al mejor sistema político, que requiere, indudablemente, la prestancia participativa para el remozamiento y vigencia de la idea democrática.
Como los eventos sucedidos progresivamente en la evolución de la humanidad descubren las fallas o debilidades de los seres humanos respecto de la democracia, por ejemplo, surge la necesidad de proponer, para las sociedades del siglo XXI, a los ciudadanos, lo opuesto de los habitantes. Esta perspectiva permite advertir, en la constitución de los partidos políticos a un mayor número de habitantes en vez de ciudadanos, con lo cual no viable vislumbrar las propias irresponsabilidades y menos corregirlas.
En extracto, Acción Democrática, el Comité de Organización Política Electoral Independiente C.O.P.E.I, como también el Movimiento al Socialismo, Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo Pueblo, Primero Justicia, incluso Voluntad Popular o Vente Venezuela no alcanzan a descubrir que el origen o debacle de la democracia está en ser habitante y, más allá, desconocen que es ser ciudadanos. De ahí que, asumimos que carecen de aprestos ciudadanos para el ejercicio de la democracia.
Ante este escenario, y como seria lógico suponer, las organizaciones políticas apuntaran a otras causas para así evadir las responsabilidades propias y los justos señalamientos. No obstante, se olvidan que son los seres humanos los responsables de todo cuanto hacen. He allí la clave de la crisis del sistema de partidos políticos venezolanos: muestran fehacientemente incapacidades para reconocer los desaciertos. Entonces, siendo así, cómo es que se proponen regresar al poder con desproporcionado comportamiento? ¿Creen que la democracia es algo finito, donde solo ellos, los partidos políticos, están signados por obra del destino para la praxis política y el poder? Y que, por tanto, requieren habitantes para gobernar y aplicar el populismo, la manipulación y control permanente con la firme intención de obtener provechos para grupos e individualidades? Se habrán cuestionado, alguna vez, las organizaciones políticas, por qué la Mesa de la Unidad no capta la atención de las mayorías chavistas y opositoras? ¿Saben que los votantes opositores van a elecciones sin otra alternativa que votar por corruptos y que ello decepciona cada día al venezolano común? ¿Cómo puede ser la oposición una alternativa sólida ante la certeza de lo inocuo e incompetente que son para millones de jóvenes, que perciben en ellos más atraso y caos?
Desde nuestra humilde óptica creemos que no hay posibilidades de regresar a la anterior forma de hacer política y el ejercicio democrático. Como resultado, los partidos políticos están condenados a transformarse e innovar o en caso contrario, podrían desaparecer.
Sin el mínimo temor a comentar de modo irreverente la realidad de los partidos políticos venezolanos, se advierte que no tienen nada que ofrecer. Han sucumbido ante la inercia y la incapacidad de renovarse, no solo en lo generacional, sino, esencialmente, en lo ético que irradia a toda acción que el ser humano realice. En tal sentido, conmueve imaginar que la desaparición del régimen pro comunista, debe anunciar el remozamiento del sistema político venezolano. Es por ello que, en manos de Voluntad Popular y Vente Venezuela están puestas las esperanzas. Por lo tanto, deberán exhibir, siempre, su afinidad con lo ético, pues serán además modelos formativos de la ciudadanía. Ese es el desafío.
En síntesis, solo el reconocimiento de los errores, la solicitud del perdón a millones de habitantes decepcionados por la pérdida de una grandiosa oportunidad para transformar a Venezuela en un país de avanzada y finalmente, el esfuerzo por hacer fáctico logros superlativos, donde la sostenibilidad de la naturaleza, la convivencia, el estado de derecho, el progreso común de la gente, la autonomía e independencia nacional, la dignidad humana y el hecho democrático sean estandartes de realizaciones humanas en Venezuela, será posible que los actores y partidos políticos recuperen lo perdido. Venezuela requiere ciudadanos en la praxis política.
Seguimos soñando con la mejor educación, para el mejor país posible