En la Fenomenología del espíritu Hegel da inicio a la constitución
de lo que sería considerado, posteriormente, como el sistema hegeliano; cuya vigencia
se hace cierta en estos tiempos sirviendo de postulado filosófico para la
elaboración de interesantes e ineludibles ajustes, solicitados por un mundo cada
día más cuestionado ante la evidente escasez de prácticas éticas, expresadas en
la fácil y común manifestación de indecencias o exhibición de ruindades, promovidas
desde la ausencia de condiciones ciudadanas en distintas facetas de la vida.
Si bien Hegel sostiene
que el rayo del Absoluto está en la educación y ésta es la ruta por medio de la
cual los seres humanos, de buena voluntad, aportarían ideales superiores con la
intención de transformar realidades poco convenientes o nocivas para los fines
idóneos de las sociedades contemporáneas, en la Ciencia de la lógica, nos
presenta el movimiento
dialéctico, un tratado filosófico
según el cual todo lo que existe es contradictorio; en otras palabras, toda
afirmación adquiere, de manera implícita, su negación.
El movimiento dialecto induce a indagar acerca de algo significativo; en consecuencia lo lógico es
observar, cuestionar, descubrir, comparar, comprender y finalmente, innovar
y superar con una nueva idea, concepto, teoría o realidad, siempre sujeta al devenir. Un hecho infinito que sucede mediante
la contradicción o conflicto en el cual la
historicidad de los hechos podrían negar o confirmar la veracidad, vigencia y pertinencia
de aquello que nos interesa y nos ocupa.
Los seres humanos
tienen capacidades para advertir las incoherencias de lo que ya no funciona y
merece transformarse. Si ese es caso, hay oportunidades incuestionables para
avanzar, pero cuando ocurre lo contrario, el caos permanece y, probablemente,
se esté en presencia del origen de todo atraso y la decadencia permanente.
Atendiendo a que, toda
idea o realidad es una tesis y que,
por tanto, ésta tiene su negación o contra parte, antítesis, el presupuesto de creación de un Absoluto requiere plantearse lo opuesto, pues si no se mantiene la
negación de lo que consideramos equivocado o si es el caso de una
idea que tengamos presente y que guía a la consolidación de una realidad, mejor
que la del presente, por ejemplo, no sería posible avanzar en la construcción
de ese ideal. Es por ello que, la solución de una situación de caos, requiere
lo que Hegel denominaría síntesis,
que es la idea o concepto con la cual se superaría la endeble e impertinente
realidad o concepto.
Lo incongruente,
al fin y al cabo, va a producir lo lógico y lo sensato que viene a ser lo
opuesto. La historia así lo ha confirmado con suficiente claridad y en
múltiples oportunidades; pues de lo decadente nace la renovación, de lo ruin
surge la dignidad y del error viene la corrección y la superación. así ha funcionado hasta ahora. De modo
que, no hay motivos que impida, al devenir,
hacerse fáctico. Es precisamente esto lo que nos lleva a sostener que el
movimiento dialéctico es una especie de círculo infinito, que no se detiene
porque está en el ser y quehacer del ser humano, quien siempre generará errores y
los corregirá cuando las circunstancias así lo dispongan.
En el caso de
Venezuela, y también de países vecinos, y similares, ya que también resisten
crisis política, económica, social y, fundamentalmente, ética, el ser humano se
presenta en situación dialéctica. Sin duda alguna, él está en permanente
contracción y conflicto debido a que lo que piensa, decide y realiza deja
huellas que pudieran tener resultados beneficiosos o perjudiciales, de allí emergen
los cuestionamientos y los conflictos. Es por ello que el ser humano es un ente
contradictorio del cual se espera la perpetua superación -síntesis-, como respuesta a los contradicciones a los cuales siempre se
enfrentará. Ello es natural, si tomamos en cuenta que él es el origen de
todas las crisis.
Comprender el devenir del ser humano es indispensable para innovar y mitigar las
miserias humanas. En esta tarea es imperioso desenmarañar su acontecer e
historicidad. Así, entonces, es viable
interpretar todo cuanto le sucede para así ofrecer soluciones que superen conflictos y avanzar continuamente. Estas soluciones no serán permanentes, serán modificadas por el devenir.
Cuando se asume al ser humano, tal
cual es, sin más predicado, simplemente
como es, como un ser que está allí porque existe y como tal, es una porción de
lo que nos rodea, siendo solo eso, esta noción es aceptada como la tesis. Es, entonces, un ser, un ente que
tiene existencia con lo cual forma parte del mundo que nos rodea. Luego, visto
que las sociedades han evolucionado, con ellas surge, en el sentido nominal, el
ciudadano, mas no en el sentido práctico, tal cual debería ser. En consecuencia,
en la ciudades solo es posible percibir al habitante, que ha predominado abrumadoramente
durante siglos. Es por ello que, las ciudades rezagadas permanecen aturdidas
por desórdenes en todas las esferas de vida.
Sin duda alguna que, en el devenir, el ser humano ha evolucionado
pero hasta solo ser habitante. Aunque las ciudades o naciones llevan miles
de años avanzando paulatinamente, él solo ha alcanzado ser habitante. Esto es, toda aquella persona que habita, en
compañía de familiares y comparte con vecinos y amigos, espacios citadinos y su
radio de acción e interés se mantiene en ser responsable en el empleo, oficio y
en el hogar, mientras otras responsabilidades, relacionadas al bienestar común,
son desatendidas debido a que, fundamentalmente, carece del apresto adecuado
para participar y lograr metas superiores; donde la construcción de la democracia
no es el objetivo único, pues el perfil del ser
ciudadano abarca otros desafíos evadidos y desatendidos normalmente.
La ausencia de las prestancias éticas,
cognitivas y competitivas, con exactitud, es lo que ha permitido que el ser habitante sea objeto de otros: los
actores políticos. Una realidad de la que se han beneficiado, sin importar si son de izquierda o de la derecha,
pues los resultados siempre han sido los mismos. Por tanto, si afirmamos que ser humano -tesis- ha alcanzado solo ser habitante -antítesis-, y la idea del ser
ciudadano -síntesis- se hace
realidad; entonces, ello implica que en el devenir
surgirá una realidad, una idea o un concepto que niegue al ser ciudadano. Con toda seguridad, como bien se sabe, los acontecimientos
demostraran la vigencia o caducidad del ser
ciudadano. No obstante, y visto que, el propósito
de hacer la idea del ser ciudadano un
hecho fáctico es un tanto escabroso; pues, primero, se deberá conquistar el apoyo
político; luego, incentivar la renovación e innovación de los sistemas educativos,
donde las universidades, profesores y docentes deberán aprender a ser ciudadanos; asimismo, los medios de comunicación
también deberán favorecer esta idea y, por último, la familia debe ser apoyada
por distintos organismos a fin de lograr ser
ciudadanos desde cada hogar. En definitiva, la crisis de Venezuela expuso
las carencias ciudadanas de su pueblo, y también de millones de personas en el
mundo pues esta situación es de los seres humanos, no pertenece únicamente a Venezuela.
Seguimos soñando con la
mejor educación para el mejor país posible.
Phd. Luis Beltrán Campos Bolívar