Wednesday, February 24, 2016

El milagro de la vida

  

    Y el médico, especialista en nefrologia, soltó sin piedad: "en tres meses estarás en diálisis". Me sentenciaba como si fuese el dueño de mi destino. Por su puesto, no le creí. ¿Cómo se puede creer a alguien que de manera irresponsable se refiere acerca de la vida como si se tratara de un juego de béisbol. Estaba obligado a negarla verdad por el modo irresponsable de abordar tan delicado momento de mi existencia. Esa era y es la actitud que corresponde cuando uno no tiene a Dios.
     Pero bueno, luego en casa, con un ¿por qué yo? acepte lo inevitable: estaba muy enfermo. Con el corazón entristecido por la incertidumbre y el cerebro a mil por hora, las preguntas revoloteaban sin cesar de pared a pared y las quejas, innumerables, aumentaban contra Dios, a quien nunca recurrí previamente. Sufría una enfermedad renal crónica terminal. Un tipo de enfermedad incurable, cuya evolución, generalmente, concluye con el fallecimiento de quién la sufre. Lo más extraño es que siendo genética nadie más la ha manifestado en mi entorno familiar. En todo caso pudiera ser no recurrente. Que así sea. 
     La tribulación fue grande y no tenía otra opción: luchar con lo que estaba a mi alcance. Hice dietas, aprendí a ser vegetariano y practique tai chi; de poco sirvieron estas estrategias para superar tan penoso momento. Sin embargo no fueron tres meses; transcurrieron seis años antes de recibir la primera sesión de diálisis en los cuatro años, seis meses y treces días de esfuerzos y lucha continua. En mi brazo izquierdo permanecerán por siempre las huellas de aquella amarga experiencia; ellas me recuerdan cuan cuidadoso debo ser con mi salud y con mi vida. 
    Con la gracia de Dios pude alargar los días sin el tratamiento mecánico o de homodialisis. Si. Una maquina hace el desempeño de los riñones. Ciertamente es la única manera de sobrevivir; aunque la calidad de vida se va apagando progresivamente y, en muchos casos, la propia diálisis consume los músculos, la energía y la vida. Es la única manera de permanecer vivo. Un callejón sin salida. Pero, ¿había otra salida? No. 
     Acepté mi realidad. No fue fácil ver los fluidos sanguíneos salir de las arterias, que pasaran por mangueras o arterias artificiales, recorrer un filtro, entre otros detalles, y regresar a tu cuerpo débil y quebrantado. Fueron días grises pues andaba entre la vida y la muerte. Dolío ver cómo se iba la vida a mi alrededor y como la muerte me amenazaba día tras día. Sobrevivir era mi prioridad. Sé que perdí muchas experiencias familiares y sociales. Fue inevitable, pero Dios me dio cualidades muy significativas. Siempre confié en él, le supliqué a cada instante por un riñón y fue bueno conmigo. Qué más puedo decir. No fue el hombre quien me saco de allá pues miles enfermos renales mueren esperando por el remplazo. Pero, no todo fue desagradable. En ese periodo Dios, con su gracia, me otorgó cualidades y me enseñó más de lo que aprendí durante todos mis años de vivencias y estudios. Aprendí, también, que nadie tiene el control de la vida. Solo Dios lo sabe y puede hacer su propósito en ti cuando él lo decida. 
     En aquel entonces, el sistema de transplante de órganos era eficiente, si lo comparamos con el actual. Así que una llamada, aquel viernes lluvioso, cambiaría mis expectativas. "Mira Beltran, te estoy llamando desde hace horas". Dijo mi primo Mario Brito (+). "Debes estar en Caracas a las dos de la tarde". Fue el 24 de febrero del año 2006. Estaba seguro que todo saldría bien, pero habían obstáculos menores que superar: los nervios, el móvil sin batería, el viaducto en escombros, no habían taxis en Maiquetia, solo pocos mototaxistas. "Chamo, puedes llevarme al Hospital Militar"; le dije a uno que estaba por ahí. "Tranquilo, no hay problema", me respondió". "Cuánto es"; "Treinta bolívares". Le pagué cuarenta. El tránsito era pesado por la cola de la carretera vieja de Caracas-La Guaira, única vía hacia el litoral capitalino. Me aferraba a la vida. Inolvidable, no lo creía. El día esperado. Dios tú lo hiciste. 
     La operación se iniciaría alrdedor de las once de la noche y terminaría después de 01 am del día 25, sábado de carnaval. Que recuerdo. En el pasillo anterior al quirófano temblaba a causa del frío o de los nervios; todavía no estoy seguro. Oí, a lo lejos, a los médicos hablar: "es un paciente varón de 45 años y tiene riñones poliquisticos". No capte otra información pues me concentraba en orar a Dios. Había en mí una confianza rara, esa que supera todo entendimiento (Fi 4:7) La vida me sonreiría de nuevo. Mis sueños se harían realidad. El milagro de vivir está en mi por la gracia de Dios.
    Hoy 25 de febrero cumplo año de nuevo. Hacen diez años nací otra vez. Mi riñón injertado tiene los primeros 10 años y no saben ustedes lo grande que es regresar de allá, ni se imaginan cuánto valoro a la vida y cada momento que ella me da. Parece que fue ayer cuando regresaba de diálisis a casa sin fuerzas pero con vida. Eso pasó y aunque físicamente aparento fragilidad, no lo estoy, porque más fuerte es el que está en mi. Y si no adquiero peso ni músculos, aunque consuma grandes proporciones de carbohidratos y proteínas, estoy sano y fuerte. Lo necesario para caminar, reflexionar, escribir y leer.
     Mi vida giró. Dios puso el milagro de la vida en mi cuando decidió darme otra oportunidad. Ahora mismo nada es igual que antes. Soy otro. Valoro lo que deje ir, pero pensándolo bien nada perdí porque todavía está. Ahora sé hacia dónde voy y que todo cuanto hago tiene un propósito y fin. Hoy solicitó a Dios, mi gran confidente, que continúe guiando mis pasos y le agradezco, a cada amanecer, por el milagro de vida y el placer de permitirme transmitir el valor de su Palabra, porque a fin de cuentas conocer a Dios es una tarea impostergable para mí, pues ignorar el conocimiento de Dios es como andar a ciegas, tanteando con un bastón en la oscuridad. 

Aunque no lo creas, Dios está contigo y no te desampara ni un solo instante; pues él está vivo y te oye; así que cuéntale todas tus necesidades, espera confiado (a) y ten paciencia que toda prueba tiene su gran recompensa.


#VenezuelaBrillara

No comments:

Post a Comment