Monday, July 27, 2015

¿Enseñamos a pensar?

   Como si el pensamiento o la reflexión fuesen artimañas para escaparme del tumultuoso presente, solo atino a reconocer lo pequeño soy ante esta inmensa experiencia nacional, favorable para la filosofía y la dialéctica que nos llevan a un solo callejon: formar a seres humanos creyendo en Dios como fuente inagotable...


     Con frecuencia, en el transcurso del asfixiante proceso de transición política, a quienes les complace pensar o reflexionar, seguramente se alejan del conflicto físico, del roce y del probable insulto, si por alguna razón expresaran un comentario certero sobre la escasez o la inseguridad, para no ir muy lejos. La razón de esta actitud se explica en el supuesto de que los enfrentamientos o las guerras originan humillaciones o eliminan adversarios, mas no afectan las ideas, pues estas permanecen intactas en la esfera de lo intangible. Así que, por ningún motivo, esta decision es un acto de apocamiento. Es, desde nuestra perspectiva, una estrategia dirigida a fortalecer el pensamiento y las ideas, ya consolidadas, para el momento requerido. De manera que, en la soledad, cuando las oportunidades están dadas, suceden procesos complejos al interior de cada ser pensante. 
     Es en el cerebro donde se contraponen distintos conceptos o percepciones, al tiempo que las incertidumbres promueven un interés creciente para lograr un saber o un conocer de manera personal, las causas y consecuencias, de los eventos que nos ocupan, adquieren una distinción particular, pues en la construcción del pensamiento, las neuronas desarrollan millones de procesos químicos, físicos e infinitas interconexiones espontáneas que facilitan la elaboración de la autonomía cognitiva. De esta manera, se demuestra que estamos biologicamente capacitados para lograr el simple y puro ejercicio cognoscente, el cual es un hecho intrínsicamente humano, reconocido por generar aciertos y errores, pero creativo y valioso a fin de cuentas. Sin embargo, este no es el problema, lo complicado sucede cuando el ser humano, por diferentes motivos, deja a un lado la practica del ejercicio creativo del pensamiento político, social y económico. Es por ello que, pensar, como un acto de los seres humanos, es una lucha donde el ganador es el ser pensante, pues pensar es un acto de superación al que estamos comprometidos, no solo por instinto o naturaleza, sino por necesidades éticas.
     En este ejercicio, distintas disyuntivas son confrontadas, constituyéndose, el pensamiento, en una fuente inagotable de callejones ciegos, calles estrechas o amplias autopistas que guían hacia concluciones superiores. Por tanto, pensar no es una tarea tortuosa. Pensar es un placer, pues, pensar, es la expresión o la acción genuina del ser humano (activo); a quien Dios creo a su imagen y semejanza, Genesis 1: 22. Quienes todavía no se han atrevido a lograr el beneficiado del pensamiento, que produce la comprensión y el crecimiento del intelectuo, no son seres humanos completos. Sin duda que, pensar no le es agradable a todos y, es por ello que, la manipulación, la demagogia y el populismo son objetivos básicos entre los actores políticos.
     En la acción de pensar siempre estará presente la confrontación. Aparecerán dos o mas opciones. Unas lijeras y fáciles, pero anti éticas y, por tanto, inconvenientes y otras, las alternativas difíciles u opciones que ameriten elevados sacrificios, ya que suponen esfuerzos, transformación cultural o cambio de paradigmas perversos, a lo cual el ser humano, frecuentemente, no está dispuesto. 
     Hoy, quienes se ocupan de pensar creen, con suficiente razón, que cuando hay más vías para informar, también hay más formas de limitar el pensamiento. Es decir, a mayor información, menos necesidad de pensar en ciertos segmentos sociales; por lo que, en definitiva, el acto de pensar está limitado, no solo por disposición personal, sino también por la cultura, la televisión, la Internet y por modelos educativos arcáicos, donde el aprendiz es, justamente, un recipiente de conocimientos e informaciones. En consecuencia, es complicado formar a un ser capaz de crear ideas e inventar soluciones. ¿Cuál es el resultado? Pues bien, una sociedad de ineptos o de habitantes incapaces de describir, descifrar, analizar, interpretar y obtener conclusiones personales. A los medios de comunicación, las trasnacionales o a los actores políticos no les conviene la manifestación de seres pensantes; por esta razón, la educación no debe suprimir el pensamiento, al contrario, debe incentivarlo. Pero este es un asunto de un nuevo estado democrático y no de un regimen dictatorial. ¿Enseñamos a pensar?
     

   

  

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