Tuesday, April 14, 2015

La universidad y la autonomía interpretativa

     Cuando las sociedades avanzadas han superado el dilema político proveniente del conflicto mundial entre la democracia y el comunismo, todavía persisten seres humanos con mentalidades ya no rezagadas, sino perversas, queriendo retroceder a escenarios inhumanos. Ello no es sorpresa, pues con frecuencia la pobreza y la miseria son impuestas por medio de la aplicación de artimañas y subterfugios a pueblos ignorantes, decepcionados o desesperados. Así que, aunque resulte difícil admitir esta realidad, cada vez que la manipulación sobrepasa el nivel de comprensión intelectual social, inexorablemente los pueblos están condenados a vivir en la ruindad y la sumisión como norma del estado comunal.
     Sabemos que no es fácil persuadir a los convencidos que han sido manipulados, puesto que el habitante posee anteojos con espesas capas compuestas de diferentes analfabetismos e ignorancias, lo cual obstaculizan la interpretación personal de lo que existe y lo que sucede. En consecuencia, no hay posibilidades de lograr la autonomía interpretativa con la cual el habitante se convierte en el objeto de la praxis política. Lo lamentable de esta condición del ser humano no es que siempre es y será explotada por los picaros actores políticos, sino el papel de las universidades, que permanecen preparando profesionales para el éxito de la sociedad del consumo, del honor académico, del valor cuántico y de todo aquello que mide el bienestar hoy en día. En resumen, la universidad sigue produciendo habitantes; una situación que deberá corregirse para el éxito de las sociedades democráticas en este siglo de exigencias cognitivas y éticas.

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