Tuesday, October 30, 2012

El docente del siglo XXI

   Pensar el docente del siglo XXI es una necesidad, un acto responsable y útil. Como tal, amerita tener en cuenta que es un ser humano, que vive en un mundo complejo, de innovaciones y de exigencias continuas, que soporta el efecto de lo social, lo económico, lo académicos y lo político, que es parte de los problemas, pero también de las soluciones y, lo que es más significativo, ha respondido al pensamiento moderno, paradigma epistémico de las sociedades rezagadas y con el cual los análisis, interpretaciones y todas las actividades del ser humano son afectadas inevitablemente. Visto así, es un profesional desmotivado por innovar día a día, mejorar su formación y preparación académica, intelectual y espiritual, herramientas útiles, básicas e indispensables para permanecer actualizado y alcanzar mejores desempeños. 
  A ciegas, no debemos responsabilizarlo de los deficientes resultados de los sistemas educativos latinoamericanos, pues es el resultado de instituciones educativas anquilosadas en la modernidad, donde el paradigma mecanisista impide ver más allá de sus fauces organizativas, por lo que no perciben cambios, innovaciones y transformaciones que se han dado, se están dando y se darán. En otras palabras, las universidades o pedagógicos viven en permanente rezago curricular e institucional, por no profundizar más, por lo que no ofrecen respuestas a los cambios, a la formanción y preparación académica adecuada y donde el docente constituye parte esencial de ese andamiaje; por lo que asumimos, deberá hacer grande esfuerzos para satisfacer las demandas globales de instrucción y formación que tanto nos afectan. 
   Como resultado, el docente de este siglo deberá mitigar las fallas formativas de la familia, de igual modo, deberá disuadir el poder de los medios de comunicación, esclarecer las deficiencias éticas colectivas de cada comunidad donde se desempeñe. Asimismo, deberá dilucidar el papel los actores políticos y sus consecuencias dentro del ámbito social y económico; para ello, esencialmente, deberá ser un ciudadano, en extracto, ser el modelo palpable del ser humano que demandan las sociedades democráticas del siglo XXI. He allí el gran desafío, pues la mayoría de los docentes ni piensan, actúan, ni se imaginan qué es SER ciudadano.

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