Wednesday, September 12, 2012

El origen de toda crisis


  En visita por las islas canarias hemos podido observar un mundo distinto al nuestro. En específico, en Tenerife y La Palma cuentan con monumentos naturales de origen volcánico que se han aprovechado para desarrollar un turismo de calidad, lo que las convirte en destinos apetecidos por Alemania e Inglaterra, sobre todo, en invierno cuando se hace difícil por cuestiones climáticas, disfrutar la vida.  
   Sin embargo, no todo es bueno. España vive uno momento crítico de proporciones dantescas que afectarán esferas como la política y social, si es que ahora mismo la dirigencia política tanto del PP como el PSOE no están siendo valorados con deficiente desaprobación. Y claro esta, después de avanzar y consolidar la democracia por más de treinta años deberá iniciarse un gran debate sobre las causas de esta realidad, en otras palabras, deberá revisar, corregir y transformar lo que se deba transformar.
  He allí el punto. ¿Cuál es el origen? ¿Dónde fallaron? ¿Y qué hacer ahora mismo y en adelante? Porque, a mi modo de ver, el origen de todo este embrollo esta en el ser humano. Pues, y que conste que, como docente, profesor o como quiera que se vea, España y no solo ella, sino todo el mundo requiere la formación de un nuevo ciudadano. Oigase bien: ciudadano. Y cómo lo lograremos? Pues apostando con todo a la educación. Reflexionemos sobre esto: de dónde surgen los políticos, alcaldes, concejales, diputados,  banqueros o quienes planifican la educación? Amigos, no hay dudas que vienen de los pueblos y ciudades, de la sociedad. Y son y serán fieles representantes de la grandiosidad o ignominia de la cual estamos constituidos. 
  Lo que vive España y Europa, como Venezuela, son ejemplos palpables de una crisis moral que inevitablemente producirá un gran desafío: la urgencia de aplicar una educación que forme ciudadanos con cualidades y competencias y así eleven la calidad a la política. Ello demuestra que la educación deberá estar de primero. Lo demás es secundario, porque si no formamos ciudadanos, estamos condenados al fracaso y eso sólo la educación lo puede evitar. 

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