Friday, August 24, 2012

Codicia e incoherencias educativas

     Durante más de trescientos años, los sistemas educativos del mundo occidental se han propuesto, y de hecho lo han logrado, preparar y formar para la acumulación de riquezas, el gozo de bienes y la disposición del capital. Ello se traduce, para muchos, en indicativos de bienestar, progreso y felicidad. El capital es, y seguramente seguirá siendo por mucho tiempo, un eje fundamental para el desarrollo del ser humano, pues nuestro modo de ver, tampoco habra otro que le sustituya, ya que por instinto, por codicia y sin remordimientos los seres humanos realizamos inmensos esfuerzos por acumular. De modo que, ante esta realidad, es necesario una educación que apunte hacia otras metas. No solo para equilibrar los fines de la educación, sino más bien, para formar seres humanos más sensibles, honestos y honrados.
     Aunque ha sido el capital el motor catalizador y norte de la educación, pues ha preprado a millones de profesionales para superarse así mismos y competir con otros en una sociedad cada vez más insensible y egoísta, es indispensable una educación que forme  en valores, pues no por falta de pan, hay menos desnutrición o por más ganancias de los banqueros, corredores de bolsas, empresarios o políticos pícaros, hay más estado de bienestar, convivencia, desarrollo común, justicia y estado de derecho. Ni aun cuando los indicadores económicos nos muestran datos que nos encandilan, caminamos hacia la justicia social que tanto deseamos. 

      La crisis económica que viven muchos países de Europa, las dictaduras en el Caribe, Asia, África, Medio Oriente y el zigzag de las democracias en Latinoamérica son muestras palpables de la ambición de sus protagonistas por el poder y el capital, pero sobre todo por las debilidades de los pueblos que, aturdidos por la ignorancia permanecen inertes, apáticos e inhabilitados para valorar, cuidar y construir la democracia permanentemente. 
    A todas estas, mirando hacia  el futuro: ¿cuáles serán las prioridades de las democracias en materia educativa? (2) ¿continuarán los sistemas educativos con la orientación económica y por tanto, mecanicista? (3) ¿cuéntan los países con los planificadores apropiados para los cambios que se aproximan? Estas y otras interrogantes analizaremos en los próximos días.

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